Aprender
música de niño ayuda al cerebro de adulto
La
musica genera una neuroplasticidad que se mantiene en el tiempo
Ángeles
López | Madrid
¿De
qué le ha servido tanto esfuerzo si luego ha dejado los estudios de música? ¿Dónde
quedaron las horas dedicadas al solfeo? ¿Tiempo perdido? Estas y otras muchas
preguntas se las habrán planteado muchos padres, e hijos, cuando intentaron en
vano que su prole aprendiera a tocar un instrumento. Para ellos, y para los que
finalmente sí terminaron ganándose la vida entre notas musicales, van dirigidos
los resultados de un estudio que señalan que practicar música en la infancia se
traduce en una mejora de las funciones cerebrales en el adulto.
Aunque
son muchas las investigaciones que han analizado cómo la música afecta a
nuestro cerebro y cuerpo, el estudio que ahora presentan investigadores de la
Universidad de Northwestern, en Evanston, Illinois (EEUU), se centra más en
analizar qué ocurre después de que los niños dejen de tocar un instrumento
musical si sólo lo han hecho durante unos pocos años.
Para
conocer si esos años de aprendizaje se tiran por la borda una vez que se
abandona el estudio musical, se midieron las señales eléctricas del bulbo
raquídeo de 45 adultos en respuesta a ocho sonidos complejos con diferentes
tonos. Estas señales cerebrales son una fiel representación de la señal
auditiva, de esta manera los investigadores pudieron analizar los elementos del
sonido que son capturados por el sistema nervioso y conocer si son débiles o
fuertes en cada participante con diferentes experiencias y capacidades.
Entre
los participantes del estudio, cuyos resultados son publicados en la revista
'Journal of Neuroscience', estaban personas sin formación musical, otras que
tenían estudios que iban de uno a cinco años y otras que había estudiado música
de seis a 11 años. Todos ellos empezaron a tocar con nueve años y su edad, en
el momento del estudio, oscilaba entre los 18 y los 31 años.
Comparados
con aquellos sin formación musical, los participantes que habían estudiado de
uno a cinco años de música tenían mejores respuestas cerebrales frente a
sonidos complejos. Estas personas eran más eficaces para extraer la frecuencia
fundamental de la señal sonora, es decir, la frecuencia más baja en el sonido
que es clave en la percepción musical y en el habla. "Esta habilidad les
permite reconocer sonidos en un entorno complejo y ruidoso, también es
importante para la expresión hablada y para la memoria", explica a
ELMUNDO.es Nina Kraus, profesora de Neurobiología, Fisiología y Ciencias de la
Comunicación en la Universidad de Northwestern y principal autora de este
estudio.
Efectos
mantenidos
Para
esta investigadora, está claro que "la forma en la que tú escuchas hoy
viene dictaminada por las experiencias con el sonido que has tenido hasta hoy.
Estos nuevos resultados son un claro ejemplo de esto".
Estos
resultados, junto con los obtenidos en investigaciones previas por estos
investigadores, permiten señalar "beneficios que van desde una mejor
percepción auditiva, mayor función ejecutiva y un empleo más eficaz de
herramientas comunicativas. Todo ello sugiere que el entrenamiento musical
durante el desarrollo produce efectos positivos y a largo plazo en el cerebro
adulto", refiere el estudio.
"Esperamos
que estos datos, junto con lo descubierto en investigaciones anteriores, se
apliquen en estrategias educativas. Creo que es fundamental que la música sea
una asignatura más del colegio", explica Kraus.
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